Imposible no narrar hoy una leyenda épica que deambula ante los ojos de todos el mundo. El mito de un gigante inmenso entre gigantes enormes, quién poco a poco fue tornando la suerte y el destino a su favor, con la fuerza de su titánico corazón. Proveniente de las desconocidas tierras australes bahienses, el gigante llegó al norte con nada más que un bolso cargado de sueños, esperanzas y una dura misión: demostrar a todos que no existen límites para el talento, aunque tuviera que pelear contra el pasado y el mismo caprichoso presente de la historia.
Al principio no fue nada fácil. El resto de los colosos se encargaron de demostrarle, con métodos poco ortodoxos, lo duro que serían las cosas allí. Para peor, la herida de su pierna, producto de anteriores misiones -cumplidas todas con éxito- parecía que jamás sanaría. Sin embargo, abrazado a su impetú meridional, ese que explota desmesuradamente cuando las circunstancias se tornan demasiado adversas, fue dando vuelta la balanza del destino. Gradualmente, fue tornando los comentarios indiferentes por frases de apoyo y felicitaciones de todas las regiones aledañas. Pasó de ser apenas una parte de un todo, a un pilar fundamental y decisivo. Por sobretodo, su mayor virtud fue jamás perderse en las alturas cuando estuvo cerca de las nubes y su tentadora oferta de falso cielo.
Suficientes méritos para este mortal como para convertirse en leyenda, forjando su propia historia donde nadie jamás estuvo. Suficientes méritos para consagrarse campeón. Y suficientes méritos para hacerse inmenso entre gigantes, demostrando una vez más, que el sur también existe, y de que manera.
:: El Perro 5:01 p. m. [+] ::
...